Corrió hacia la ventana. Sentía el tronar del avión y deseaba verlo despegar. El último adiós de la madre al hijo que se va. Con urgencia accionó las persianas. Se enredan, con el violento movimiento. Con desesperación acciona nuevamente su mecanismo. Se traba. Siente el avión pasar ya frente a la ventana en su veloz despegar. Hala la persiana y la separa de la ventana para introducir su cabeza, pero el sol del atardecer junto al polvo acumulado en los vidrios le impide toda visión. Con angustia corre a mojarse las manos para volver rápidamente a la ventana. Trata de limpiar el inoportuno polvo que cubre sus vidrios. Observa el exterior por algunos de los vericuetos del sucio vidrio que ha logrado limpiar. Un cielo ya grisáceo y en el patio de abajo, el perrito del hijo que acaba de dejar su hogar para siempre lame uno de sus hermosos zapatos rosa, ahora con el largo tacón partido.

 

Caracas, 18 septiembre 2013

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga

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