Ella, la oposición

   Existe una forma de democracia en la que el partido político perdedor de la contienda electoral está obligado a prepararse para tomar el poder en cualquier momento. Es por esta obligación que la oposición política forma un gobierno alternativo o un “gabinete en la sombra” integrado por ministros quienes se desempeñan en las mismas carteras establecidas por el equipo de gobierno ganador de la contienda electoral, empezando por un primer ministro representado por el jefe del partido de oposición.  Esos ministros gobernando “en la sombra”, no solo son conocidos, sino que actúan como portavoces de la oposición en áreas políticas específicas. Los británicos, artífices de esta ofrenda a la razón, la explican como una consecuencia del bipartidismo y de la incertidumbre sobre la fechas de las elecciones generales. Sin embargo, la existencia de dos equipos de gobierno -uno en funciones y otro en la oposición- destaca a todas luces el interés superior por cuidar, de disrupciones imprevistas, a ese colectivo que es la patria. Y la obligación del equipo “en la sombra” de escudriñar las políticas de los ministros en el gobierno y de proponer políticas alternativas destaca a todas luces también, su interés por procurar el gobierno de las mejores ideas, aquellas que corren a través del “espinazo deliberativo-racional que constituye la sustancia última del sistema democrático” (Cruz, 16 de enero de 2023, nuevarevista.net). Es por ello que los canales de información se abren gratuitamente durante los períodos electorales para la presentación de los programas de gobierno. Y es que tratándose de la Gran Bretaña, las disrupciones provocadas por movimientos revolucionarios acontecen en el mundo de la industria y la tecnología y no en el de la conducción política del país. Disrupciones de los que está plagado el mundo en pleno siglo XXI ante la vista impávida de Occidente, la cuna de la cultura. Disrupciones que criminalizan a la oposición que, por muy bien intencionadas que sean, si es que ello justifica su violencia intrínseca, suponen un peligroso alarde de sabiduría de parte de unos pocos, que además de las dosis emocionales y narcisistas presentes y por consiguiente individualistas, autoritarias y antidemocráticas, niegan la participación de las mejores mentes -abriéndoles el camino a las peores y poniendo en riesgo la vida de las personas y la estabilidad de la patria-. Por lo que un sistema político debe ser juzgado menos por su gobierno que por el estado en que se encuentra su oposición. “Golpeada y andrajosa se desplaza ella, la oposición, en una dirección y luego en la contraria en el espacio temporal del siglo XVIII que cree tener ante sus ojos. Desorientada camina por los minados territorios sin producir compasión alguna entre quienes la observan desde el siglo XXI con la misma indiferencia con la que observan a la niña afgana llorar ante la destrucción de los caminos y los puentes que la conducirían al futuro.”

 

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga

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