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   Era básicamente un problema moral y no económico, el que enfrentaban Albert y Armand Goldman –Nathan Lane y Robin Williams– al momento de conocer al muy conservador senador de los Estados Unidos y su esposa, sus futuros consuegros. Deseaban poder encajar, momentáneamente y durante el tiempo en que durase la muy formal velada, dentro de sus costumbres y formas de conducta, por lo que ensayaron a toda prisa formas y maneras en un intento por borrar las trazas de una homosexualidad estereotipada que a cada instante se desbordaban inevitablemente colmando de risas contagiosas a los espectadores de tan divertida película (Birdcage, 1996). Y es que Albert y Armand Goldman eran unos exitosos empresarios de la industria del entretenimiento de Miami, propietarios de un gigantesco cabaret en el que cada noche los llamativos trasvestis llenaban hasta sus topes. Y en ese Miami visualizamos de golpe a Federico García Lorca si nos dejamos llevar por alguna de sus extravagantes fotografías. Pero ese no fue ni de lejos el Miami que conoció Federico a quien le tocó ser testigo de primera fila de la doble debacle que acabó con la vida y las propiedades de muchos de sus habitantes. Una provocada por el devastador huracán del año 1926 –conocido como el Gran Huracán de Miami– que acabó con el boom urbanístico de los años 20 que había atraído a miles de nuevos residentes y disparado la construcción de una manera que no tenía precedentes. La otra a consecuencia de la Gran Depresión Económica, en la que el miedo a la ruina provocó la venta acelerada de acciones a cada vez menor precio –por parte de quienes las habían estado comprando sin considerar su valor real a precios cada vez más altos–  acabando instantáneamente con miles de empresarios y junto con ellos con sus familias y comunidades. Muy poco convencido de las bondades del capitalismo ha tenido que viajar a Cuba, su próxima parada, luego de pasar nueve meses en Nueva York y unos días en Miami en el medio de semejante debacle histórica. O tal vez un mecanismo de defensa emocional haya nacido por aquellos días en su psiquis, para obligarlo a mirar para otra parte –a desentenderse del asunto–, a quien nació y vivió toda su vida dentro de una familia burguesa.

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga  

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