Serie collages políticos-literarios

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(2:30 minutos de lectura)

  El cielo —la morada de Dios, de los ángeles, de los humanos deificados y de los muertos benditos como nuestros queridos familiares— está amenazado. Su desaparición forma parte de los planes de los científicos y de los tecnólogos que trabajan a favor de la inmortalidad. Poco les importa si esa desaparición ocurre de golpe condenando a Dios y a todos los habitantes del cielo a migrar súbitamente. Algo parecido a lo que les aconteció a los habitantes de Venezuela  —y a estas horas a israelíes y palestinos— aun cuando sus causas poco tengan que ver con ciencia y tecnología, sino exactamente con lo contrario… Pero súbito o no, ellos tienen y han tenido la esperanza de ser acogidos en otras tierras y a algunos de ellos con los brazos abiertos —como lo tuvieron en el siglo pasado los miles de españoles, alemanes, italianos, portugueses, polacos, chilenos, argentinos, colombianos en aquella tierra de gracia hoy olvidada—.  Esperanza que no puede abrigar Dios, ni el resto de los habitantes del cielo ¡Y es que no hay para ellos un cielo de acogida!... ¡Ni tan siquiera aquel espacio de sufrimiento al que Dios condenó a los humanos después de expulsarlos del paraíso terrenal!... Se encontrarán Dios, los ángeles, los humanos deificados y nuestros queridos familiares en un doloroso errar eterno… Tal vez podría servirnos de algún consuelo el que esa condena al ostracismo celestial puede que no sea tajante. Que no sea un olvido súbito y para toda la eternidad del reino trascendente del más allá. Que puede que sea una especie de obsolescencia, como ocurre con cientos de aparatos, en el que lentamente se verá implicado el cielo al momento de cesar la llegada de las almas.  Un languidecer —o malfuncionamiento— que anuncia el final de su vida útil… y con él, el final de la vida útil del mandato divino mediante el cual gobiernan los buenos gobernantes terrenales ¡Del punto de referencia último para todo esfuerzo humano!… El final de la vida útil de la esperanza de la recompensa por una vida bien vivida y la llegada del estadio de la satisfacción completa donde no existiría el hambre, la sed, el dolor, las privaciones, la enfermedad, la ignorancia y las luchas entre hermanos… el de la comunión con Dios y de la paz inefable, el del conocimiento perfecto y del descanso eterno ¿Qué será de nosotros cuando Dios tenga que migrar y ya no tengamos cielo?

 

30 noviembre 2023

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga  

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