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Controvertida novela de suspenso sobre Federico García Lorca

!ATRAPADO¡

Lorca, otra historia 

Karin van Groningen Chiriboga

Tecnikavege Editions, C.A.

¿Se equivocan los economistas neoliberales? ¿Se equivoca Milei?

La fatal lucha entre la Historia y la Razón

Serie collages políticos-literarios

Copyright © Tecnikavege Editions. c.a.

(3:00 minutos de lectura)

   Usted nunca le proveería a una larva un exuberante plumaje abrigando la esperanza de que se convierta en un colorido pavo real… Eso, sin embargo, es lo que esperan los economistas neoliberales al aplicarles a unos países programas de desarrollo que han mostrado ser útiles en países muy distintos, particularmente en aquellos ricos y avanzados. Esperan un “milagro” económico cuando tales programas se aplican a países atrasados, que visto así, su éxito sería un verdadero milagro. Y es que la condición de un país —de atraso o de desarrollo— está determinada por sus características culturales particulares, que han sido heredadas durante el curso de las generaciones anteriores, según lo explicó Charles Darwin (Reino Unido, 1809-1882) para referirse a la herencia biológica. Inoficioso es entonces pretender moldear el rendimiento económico de las sociedades atrasadas con medidas exitosas en las sociedades adelantadas presumiéndolas culturalmente idénticas. El cliente, sin ir muy lejos, es denominado Mandaten en las lenguas germánicas  —palabra  heredada del latín hablado en la Roma del siglo vii a. C., mandātum— y representa en la imagen colectiva a un actor libre que da una orden y que al hacerlo pone en marcha al motor del ciclo económico, un actor que al comprar productos y generar ganancias, permite el pago de los impuestos al Estado y la creación de empleos en las fábricas, mejorando la calidad de vida de las familias y de toda la sociedad. Pero en el imaginario colectivo latinoamericano ese actor, el cliente en español —palabra que también se deriva del latín, cliens— representa a alguien muy distinto. Su contrario.  Se trata de un personaje que se encuentra protegido por un patrón —¡un líder mesiánico salvador!— que ha dado origen al sistema político prácticamente imperante en la actualidad—el clientelismo—. Un personaje sometido a una relación de vasallaje, incapacitado para poner en  marcha el motor del ciclo económico e inductor del atraso. Puede que un programa económico neoliberal apoyado en las escuelas, los tecnológicos y las universidades, así como en los medios de comunicación y en las redes sociales, ayude a crear en estas sociedades a aquel actor libre —de vasallaje— que le sirva de motor económico. De lo contrario la herencia cultural seguirá determinando las creencias y como consecuencia de ellas, aquella conducta económica débil y sometida propia de los protegidos —paternalista la han llamado— y con ella el predominio del Estado por encima del individuo, así como de los sistemas económicos que lo eternizan (socialistas, comunistas). Y es esa representación mental disminuida de lo que es un cliente, lo que podría explicar la conducta altiva y grosera que exhibe la cajera en algunas de aquellas sociedades atrasadas, cuando armada con unas largas uñas de plástico rojo y  una máquina para registrar el pago —el datáfono— le arrebata la tarjeta de débito. Podría explicar también el grito que le descarga de seguido, muy apurada y con voz aguda para ganarle a la radio encendida a todo volumen que tiene ubicada muy cerca —¡Deme su clave!

 

Caracas, enero 2024

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga  

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