¿Compra usted felicidad? ¿En Dior o en Carolina Herrera?
¿El fracaso de las políticas neoliberales?
De la serie Collages político-consevacionistas
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(2:30 minutos de lectura)
Me tomo el atrevimiento de decirle que usted continuamente compra felicidad… Lo hace cuando le entrega a su hijo una “cajita feliz” proveniente del MacDonalds de la esquina, cuando se compra el vestido de moda, cuando enciende su televisor LG y lo primero que observa es un banderín que le dice que “la vida es buena” o cuando, con mayores recursos —bastante mayores— se compra un Mercedes Benz… Muchos, en su búsqueda, llenan obsesivamente sus carritos de mercado con productos que no solo no necesitan sino que se atiborran en las neveras dañándose rápidamente. Y es que ese es el asunto… continuamente compramos felicidad pero, a pesar de ello, ella no llega a la casa o a nuestros corazones… O tal vez sí… Tal vez la felicidad llega por unos instantes… El tiempo en que le tome a su hijo voltear a mirar a la mesa de al lado y ver, atónito, el gigantesco MacDonalds triple queso que se están engullendo; o ver la costosa marca del vestido comprado por la amiga más querida o el modelo super sport descapotable del Mercedes del vecino. Pero es que ocurre de igual modo con quienes, con un muy alto poder de compra, adquieren, en búsqueda de la felicidad, las fábricas que producen los productos que el mundo consume ávidamente. Y ellos tampoco parecen alcanzarla, si se juzga por la dura competencia por clientes y mercados en la que se encuentran enfrascados, tan extrema que tiene que ser severamente regulada para que no termine con alguno de los competidores. Es esta “compra incesante de felicidad” un estilo de vida nacido en el siglo XVIII con la Revolución Industrial y el llamado desarrollo que, al día de hoy, pasados algunos siglos, parece estar llevándonos a la enfermedad y a la muerte… como se desprende del informe de mayo del 2024 de la BBC de Londres(1) sobre la manufactura de algunos perfumes, en la que miles de niños descalzos en tierras completamente anegadas son obligados a recoger jazmines.
Y muy particularmente, de la incesante insistencia de ese canal de noticias sobre la muerte de las especies animales y vegetales que han habitado el mundo por milenios incluyendo a la especie humana, a causa del calentamiento de la atmosfera, debido al calor que provocan los gases de las chimeneas de las fábricas que producen muchos de los productos que obsesivamente compramos en búsqueda de la muy huidiza felicidad. ¡Qué ironía! Una gran desilusión para Dios, creador del universo… El fracaso de los puritanos fundadores, entre otros países, de los Estados Unidos de America —el paraíso del consumismo— quienes con el mayor sentido práctico situaron a Dios tras el éxito económico y devotamente se entregaron a alcanzarlo con sus fábricas contaminantes. ¿Lo ve usted también de este modo? ¿Habrá alguna forma de enmendarlo?
Copyright©Karin van Groningen Chiriboga
Referencias:
(1) The Global Story. Perfume's dark secret: Child labour behind Seme of your fragances. BBC. May 24, 2024. https://www.bbc.co.uk/programmes/w3ct6f9s
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