El calentamiento global ... o las excusas ofrecidas por el Príncipe de Gales

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     Repensar y rehacer. Es una consigna pegajosa para motivar una recomposición. De ella nos habló la BBC días atrás ¡Rethink and remake! -decía. Se refería al daño causado por ese enemigo que es el calentamiento global, que amenaza con extinguir la vida en el planeta. Hoy las sequías, los huracanes, las inundaciones y las hambrunas invaden los televisores del mundo informando que “el lobo” ya llegó. Y los científicos exigen una recomposición inmediata. Un cambio en la conducta. La BBC lo cree posible según lo expresado por el entrevistado que tuve la oportunidad de escuchar. Podemos cambiar, somos homo sapiens, decía esperanzado. Y fue justo allí cuando me asusté ¡Es por ser homo sapiens que estamos en esto! -le grité al televisor que permaneció impasible ante el sorpresivo avance. Es por un orgulloso saber -y por ese hacer que a veces lo acompaña- que estamos en esto ­-le expliqué al aparato que ahora estaba mostrando interés en otro asunto. Es verdad que sabemos hacer muchas cosas -pasé a explicarle a mi audiencia cautiva más cercana. Y de ello nos enorgullecemos. Sabemos vestirnos y lo hacemos mejor que nuestros antepasados... Basta un paseo al centro comercial o más fácil, un toque en Amazon. Y nuestros refrigeradores están atiborrados de alimentos, muchos de los cuales luego se dañan y los desechamos en cantidades astronómicas. Sabemos comunicarnos mejor que nuestros antepasados… Y lo hacemos con los móviles que también compramos y desechamos en cantidades. Y nos trasladamos usando automóviles, trenes y aviones con total discreción. Sin embargo, es ese saber moderno y la conducta que lo acompaña, la causa del desastre ecológico -le dije a mi muy cautiva audiencia. Son los gases de las chimeneas de las fábricas que producen y reprocesan los artículos que compramos y desechamos obsesivamente. En cada cocina. En cada industria. En cada ciudad… Y son los gases emitidos por nuestros medios de transporte… Lo cierto es que ese conocimiento humano moderno es peligroso… Nos obliga a repensar y a rehacer aun cuando abriguemos dudas sobre esa capacidad humana no muy desarrollada. Y es que, a decir verdad, más sabemos de los mea culpa y actos de contrición, particularmente quienes hemos nacido en alguna de las muy abundantes autocracias del mundo subdesarrollado -ocultas desde sus nacimientos tras sus sistemas presidencialistas-. Son una eterna repetición de esperanzas y mea culpas... Pero el financiamiento del crecimiento económico con recursos cuestionables y cuestionados usado por los países hoy industrializados se inscribe igualmente en ese eterno ciclo de los mea culpa y actos de contrición. El trabajo del esclavo aprovechado económicamente durante más de cuatro siglos es más que un ejemplo. Para ponderar magnitudes, piénsese en la amenaza de inflación/recesión mundial causada por la simple carencia de mano de obra en los circuitos de abastecimiento durante los meses de la pandemia del coronavirus. Mercantilismo llamaron a esa forma de enriquecimiento para ocultar la sangre derramada por los esclavos...  El ofrecimiento de excusas recientemente hecho por Príncipe de Gales a los ruandeses es una conducta admirable que levanta esperanzas a favor de su futuro reinado. Sin embargo, olvida reconocer la magnitud del daño ocasionado por sus antepasados, olvida que la explotación del trabajo humano no solo se extendió durante centurias, sino que no se circunscribió a Ruanda, sino a todo el África. Y a América. La profunda desigualdad y la violencia son su herencia más visible... Olvida también el príncipe la obligada compensación… Lo cierto es que en el presente los países industrializados repiten el uso de recursos cuestionados y cuestionables para enriquecerse cuando usan combustibles fósiles como fuente de energía para las perniciosas chimeneas y los sistemas de transporte. Son esos combustibles los causantes del calentamiento global -del efecto invernadero-. Y se agrava con la invasión a Ucrania que ha limitado el acceso al gas ruso provocando la amenaza de reactivar la explotación carbonífera abandonada. Es por estas razones que no podemos confiar en un repensar y rehacer ajeno, puesto que quizás se tardará demasiado. Creo -le dije a mi audiencia cautiva para finalizar- que, a nosotros, los ciudadanos de a pie, nos corresponde ese repensar y rehacer -lo que produjo alguna que otra señal afirmativa-  ¿Y usted qué opina?  

 

Madrid, junio 2022

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga

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