Arturo Pérez Reverte ojea un libro sobre la revolución mexicana.

Foto tomada del diario ABC Cultural, 30 sept de 2022

   Arturo Pérez Reverte, el extraordinario escritor español, publicará este mes de octubre su nueva novela, Revolución, ambientada en México en tiempos de Emiliano Zapata, el caudillo del Sur que en 1906 luchó contra la pobreza extrema y las desigualdades económicas y sociales de su país. ¡Magnífica novela histórica sobre unos movimientos que son tan presentes en Latinoamérica! ¡Son cíclicos!… Luce innegable que los problemas no resueltos -la pobreza y las desigualdades- motivan la sucesiva aparición de líderes. Y es innegable también que, la trama institucional existente los convierte en caudillos -dictadores-, puesto que al repeler la participación política, obliga a usar la fuerza para llegar al poder y para ejercerlo.  Esos caudillos, como la espuma, desaparecen en los vericuetos de la historia, mientras permanece eternizando el ciclo, el denso fondo representado por la trama institucional pública. Y no al revés. No puede esperarse que la espuma superficial, transforme al denso y profundo líquido...  Es un fósil en vida el causante de la pobreza y de las desigualdades en muchas de las muy hermosas naciones latinoamericanas… ¡Qué gran dolor!... Un desagradable vestigio institucional rezagado de las otrora colonias de España en América, que no vivió los modernos procesos de democratización ocurridos en la metrópoli imperial. Se trata de un fósil maquillado de democracia… Siniestra presencia disfrazada de modernidad… Al fósil le gustaron aquellas extrañas formas de gobierno abiertas y participativas que habían nacido tras la independencia de las colonias británicas del norte de América. Por ello disfrazó de federación al modelo de organización del gobierno, pero continuó con las antiguas formas centralistas de las monarquías absolutas. Al rey, lo llamó presidente y cuando hay suerte deriva de elecciones generales, pero se sigue considerando un rey, por lo que todavía se cree que son sus derechos eternizarse en el cargo, mandar sin rendir cuentas algunas e imponer su voluntad mediante la fuerza–y su única y exclusiva forma de ver los problemas y sus soluciones- sobre la legislatura y el poder judicial y sobre todo el entramado organizacional público local. Y a sus virreyes y capitanes generales, a veces escogidos también mediante elecciones, el fósil les dio, entre otros nombres, los de gobernadores y alcaldes, pero actúan bajo el mando del rey, debido a que, como en el caso de Venezuela, esas entidades político-administrativas carecen de independencia económica. Su sobrevivencia depende de las migajas, de la recaudación impositiva y del negocio con el petróleo, ambas manejadas bajo el criterio del rey… Es así como la alternabilidad de aquel rey, llamado presidente, se le hace difícil para quien no comande una revolución. Fue lo que ocurrió con el rey Luis XVI y la revolución Francesa. Es lo que parece mostrar Venezuela… ¡Oh, Dios bendito!... ¿Otra revolución?… ¿Usted qué opina?

 

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga