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    El creador de Sherlock Holmes, el detective de la ficción y Adam Smith, el padre de la economía liberal, compartieron el lugar de nacimiento (Escocia) y aquel credo religioso, extremadamente severo, que terminó siendo la religión del capitalismo y de las nuevas clases comerciales, según lo expresa The Guardian, el afamado diario londinense (Monbiot, 2004). Un credo extremadamente inflexible en el que la verdad demostrada —con pruebas objetivas e incuestionables y más allá de toda duda razonable— era trascendental para la obligada purificación del alma, responsabilidad exclusivamente individual cuyo rendimiento de cuentas se haría directamente ante Dios sin que mediase un santo negociador o intermediario. Había nacido ese dogma de la reforma protestante —de Lutero y de Calvino— y fue llamado puritanismo. Profesaron a ultranza un individualismo religioso que los llevó a las tesis políticas de “los derechos individuales del hombre", invirtiendo las virtudes cristianas tradicionales que veían en la pobreza "una desgracia que debía ser compadecida y aliviada y pasaron a verla como una falta moral grave que debía ser condenada”. Idealizaron el trabajo arduo para buscar obsesivamente en el éxito en los negocios, un signo de gracia espiritual… ¡Y lo obtuvieron creando al país más desarrollado del mundo! Fue una implacable teología y un modelo de conducta para los ciudadanos y para toda  la nación impuestos a ultranza por quienes emigraron fundando a los Estados Unidos de América en 1785  (Vidal, 2017). ¡God bless America!, se escucha todavía más de dos siglos después al final de los discursos presidenciales de aquellos mandatarios todos protestantes, salvo John F. Kennedy y John Biden... Lo cierto es que luego de  la revolución norteamericana y la francesa, esas clases capitalistas acabaron con los poderes preexistentes arrebatándoles entre otras cosas, el monopolio para determinar la verdad y lo sometieron al veredicto de un ciudadano que se interesa activamente en su descubrimiento ¡Crearon el paraíso de los detectives! Y nació Sherlock Holmes, junto con Auguste Dupin, Dick Tracy y Hércules Poirot, el Inspector Clouseau de la Pantera Rosa y los miles de policías y detectives que en la ficción y en la vida real la persiguen incansablemente. Pero fuera de aquellos confines de la tierra, la verdad sigue siendo un monopolio casi exclusivo del poder y basta mirar a Putin en Rusia o a la Venezuela actual… Está claro que la muy particular “ideología teológica capitalista” sobre el manejo de la verdad no ha logrado mayormente permear fuera de los confines de sus lugares de origen muy a pesar de los inmensos intentos de sus icónicos sistemas de prensa (Deutsche Welle, CNN, BBC) y de sus películas y series de televisión en donde su búsqueda incansable se publicita ampliamente. Es por ello que la aplicación de políticas y medidas económicas liberales en los países subdesarrollados —“moralmente condenables”— luce como una contradicción en la esencia misma del dogma teológico creador del capitalismo, países  que poseen valores muy diversos a los profesados por los puritanos, muchos de los cuales encuentran en su religión la justificación de la pobreza.

 

Copyright©Karin van Groningen Chiriboga  

 

Referencias:

Monbiot, G. (2004, 9 de noviembre) Puritanism of the rich. The Guardian. https://www.theguardian.com/world/2004/nov/09/usa.comment

Vidal, C. (2017, 7 de julio). 4 de Julio. Diario Las Américas https://www.diariolasamericas.com/opinion/4-julio-n4126256